En este recién descorchado 2022 he cumplido diez años apoyando a estudiantado con sus TFG, TFM y tesis. Cuatro de ellos a través de este blog (más de 50.000 visitas solo en 2021, ¡gracias!). Resumir todo lo que he aprendido sería inacabable. Pero también he detectado varias constantes en las dudas planteadas por las personas que me contactan. La principal: una brutal sensación de desamparo como náufragos sin brújula en un mar ancho y profundo. Lo primero que recomiendo es leer esta entrada: 3 verdades sobre el TFG que nadie te ha contado. Una vez situados, vamos al lío.
Este post nace con una doble intención: mostrar a todas las personas que se han sentido así que no están solas ni locas; y por otro lado, dar respuesta a varias cuestiones que, por motivos diversos, no es factible hacer a la persona tutora. Sí, esa persona cuya relación debes cuidar para que funcione, que corregirá despistes, pero que no puede atender todas las exigencias y que, en más ocasiones de las que nos gustaría admitir, tiene sus propias rarezas a la hora de ejercer la tutoría. No habrá aquí recetas mágicas ni soluciones universales: solo una guía de aquello que es necesario saber sobre el TFG y resulta incómodo de plantear. Allá vamos.

1. No me gusta el tema de mi TFG: ¿qué hacer?
Lo habitual es que el estudiante se decante por un tema que le guste, pero también puede pasar que se vea obligado a abordar un TFG o TFM impuesto, que en realidad esté lejos de sus intereses (excluyo la tesis de este supuesto porque, dada su naturaleza, sería inusual). Lo primero que conviene hacer es planteárselo como un reto: si te gusta menos, supondrá una novedad y eso estimulará la curiosidad. Además, cierta (seudo)pedagogía barata tiende a hacernos creer que solo debemos enfocarnos en lo que nos gusta, como si en la vida no hubiese obligaciones que atender. ¿Te gusta bajar la basura? ¿Te gusta recoger las heces de tu mascota? ¿Te gusta hacer cola en el supermercado? Ninguna de estas actividades es agradable pero son tan ineludibles que no se cuestionan. Rompe la barrera de la ansiedad. Si el tema de tu TFG no te motiva, busca un enfoque al alcance de tus posibilidades, cumple los requisitos mínimos y ponte a investigar: a lo mejor te llevas una sorpresa y puede que te termine gustando. Los psicólogos lo llaman salir de la zona de confort. En cualquier caso, lo peor que puede pasar es que te lleves un aprendizaje y una disciplina que podrás aplicar a otras esferas de la vida. [Puedes leer aquí: Cómo elegir el tipo de TFG]
2. El tutor tarda mucho o no contesta: ¿qué hacer?
La inexperiencia convierte en desesperante no recibir apoyo con la frecuencia deseada. Si sucede, la primera lección es no parar. Nunca rompas tus rutinas de trabajo o la procrastinación tomará el control (créeme, pasará). Es preferible que le entregues un borrador a no entregar nada. Además, si los plazos son demasiado apurados, siempre puedes descargar una parte de la responsabilidad: tú sí que has hecho tu parte; ahora debe ser la persona tutora la que se las vea con la suya. Piensa egoístamente: cualquier falta de contenido te perjudicará, así que ya recortarás luego. Lo importante es tener algo susceptible de ser corregido, aunque no sea perfecto.
3. El tutor me devuelve demasiadas correcciones: ¿qué hacer?
La inexperiencia también juega malas pasadas con el extremo contrario: un exceso de detalle en las correcciones. Asegúrate primero de no ahogarte en un vaso de agua. Tres claves: no agobiarse, gestionar bien las emociones negativas que surjan y proceder con orden. Lo ideal es empezar por las más densas (contenido, estructura, método) y dejar para el final las más sencillas (redacción, tablas, formato). Olvídate de estigmatizar los fallos: siempre empiezo mis clases recordando que sin error no hay aprendizaje. Un buen profesor debe saber usarlos para espolear la curiosidad, no para torturar. Es deseable recibir correcciones porque estás aprendiendo, tómatelo como un input de conocimiento para mejorar.
4. El tutor ha visto versiones del TFG y solo corregirá la definitiva: ¿puede hacerlo?
Sí. La normativa no impone un número mínimo de tutorías a realizar ni obliga al tutor a corregir en bucle todo lo que reciba. Por ejemplo, es legítimo que ponga límites al número de borradores que revisará completos (especialmente si el estudiante ya ha hecho uso de otras convocatorias). El TFG es un proceso de trabajo personal y la persona tutora tiene muchos trabajos a su cargo. Puede organizar el seguimiento como considere, siempre dentro de la lógica del sentido común. Un truco: toma nota de las correcciones decisivas para no repetir fallos. Si lo que te cuesta son las referencias (APA, Vancouver, etc.) busca manuales o consúltame. Revisar redacción es mi especialidad.
Espero que estas sugerencias te ayuden a encarar con mayor seguridad esa gran aventura para la que nadie te prepara: hacer un TFG o TFM ¡Ánimo! Recuerda que en Docendo Discitur siempre puedo ayudarte.
2 comentarios en “TFG: 4 preguntas incómodas (por fin) respondidas”
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