Hoy es 3 de diciembre. Podría ser un día cualquiera. Para muchas personas, lo es. Un día de un mes oscuro y frío, la antesala del anhelado Puente de Diciembre o Puente de la Constitución (una acumulación de festivos muy esperada en España).
¡Un momento! También es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Sí, un día de celebración para personas de ese colectivo. Pobres. Menos mal que tú no la tienes. Tú te libras (por ahora). Un 15% de la población mundial vivimos con discapacidad, según datos de 2020. Traducido a números: unos mil millones de personas (no lo digo yo, sino el Banco Mundial). Como cambia la perspectiva, ¿verdad?

Si algo define la vida de una persona con discapacidad (ya sea física, psíquica, sensorial o combinada), es que NUNCA se le espera en ninguna parte. Sí, como lo lees: la sociedad tiende a creer que con poner rampas, ascensores, placas rugosas en el suelo o semáforos con indicador acústico ya lo ha hecho todo. ¡Genial! Debería estar exultante por tener la suerte de no abrirme la crisma al ir por la calle (eso, suponiendo que pueda salir de mi casa). Ahora voy a darte una lista de los lugares o situaciones en los que a una persona con discapacidad no se la espera:
- Trabajando en un perfil que exija estudios superiores o incluso trabajando, sin más (el desempleo de mi colectivo es 10 puntos superior al del resto de la población en España). Por ejemplo, no puedes dar clase si tienes sordera, aún aprobando unas oposiciones a la primera.
- Ganando premios, reconocimientos o distinciones por algo que haya aportado a la sociedad (existir no es un mérito, es una lucha).
- Siendo CEO de una empresa, o teniendo responsabilidades de cualquier tipo fuera del ámbito del asociacionismo para personas con discapacidad (a quien se le ocurre ser ministra e ir a la COP26 de Glasgow en silla de ruedas).
- Liderando un grupo musical, dirigiendo películas, creando arte en cualquiera de sus manifestaciones (hacer figuritas o dibujitos en un taller ocupacional no cuenta, aunque también es arte).
- Recibiendo educación sexual y afectiva. Asistiendo a una revisión ginecológica en solitario, con intimidad y con un médico que no la infantiliza.
- Teniendo sexo responsable; pariendo o criando por decisión propia hij@s felices y sanos.
- Comprando condones, un test de embarazo, un juguete sexual o cualquiera de esas cosas para adultos en las que estás pensando mientras sonríes.
- Cuidando de alguien que lo necesita: un bebé, un ancian@ un enfermo de cáncer.
- En un hotel, de vacaciones, saliendo de fiesta, bebiendo, bailando, haciendo vida social o ligando.
- Participando en concursos de televisión.
¿Te habías planteado alguna vez que las personas con discapacidad también podemos hacer todo esto? Pues lo hacemos (e incluso algunas cosas más que no salen en la lista). Pero para nosotr@s, hacer cualquier actividad cuesta el triple, como poco. Primero tenemos que justificar que queremos estar ahí, donde NUNCA se nos espera. Y no te imaginas lo que cansa.
Además, también sale muy caro. Necesitas más ingresos que cualquier otra persona para acceder a una vida digna. Imagina que dentro de un tiempo se te pone el pelo canoso y solo por eso, todo se encarece para ti: cualquier producto o servicio que compres te supondrá un desembolso extra de, pongamos, un 25%. Tú no has elegido esa característica tuya: ¿por qué tendrías que pagarlo? Así es vivir con discapacidad.
Ojo, ese post pretende ser ningún lamento. Es solo un ligero toque de atención, para que no te duermas y sepas que, aunque todo parece muy avanzado, nunca hay suficientes muros hechos trizas en el suelo. Siempre hay alguna barrera o prejuicio que derribar. Por eso, quiero pedirte que nos ayudes siendo generoso y desprejuiciado. La nadadora paralímpica Teresa Perales dice que la compasión ayuda, pero la lástima es un puñal. Tiene razón. Cuando en tu vida se cruce una persona con discapacidad, simplemente sonríe, pregúntale: ¿Cómo puedo hacértelo fácil? y observa el resultado. No es magia: es autonomía sin condescendencia.
Recuerda: hoy es 3 de Diciembre, Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Menos mal que tú no la tienes. Tú te libras (por ahora). ¡Feliz día!
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