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¿Tiene PowerPoint la culpa de los males de la universidad?

Las cosas han cambiado mucho desde que yo me gradué en la universidad. Estoy en esa franja de la vida que puede considerarse madurez y, para mi estudiantado de 19 años, directamente la ancianidad (es broma…). Mi mundo cuando yo tenía su edad era muy distinto al que hoy conocen ellas y ellos: casi todo se hacía a mano, no había ordenador en la mesa del profesor, no existían Wikipedia ni Wuolah (aunque sí PatataBrava), la docencia en remoto era algo futurista y Tinder aún no había digitalizado la manera de ligar con el chico o chica que te aceleraba el pulso. El mundo se transforma, lo hace una velocidad de vértigo y es lo normal.

Como profe que soy de Historia del Tiempo Presente (una subdivisión de la Historia Contemporánea que va desde 1945 hasta la actualidad) sé bien que la aceleración en los cambios es signo de los tiempos. Algo de lo que no todos parecen haberse enterado. Esta intro anormalmente larga viene a cuento del criticado uso del programa de presentaciones de Microsoft en las aulas: ¿Vuelve PowerPoint tontos a los alumnos? ¿Hace PowerPoint peores las clases en las Facultades? ¿Deberían prohibirse los ordenadores en las aulas? Mi respuesta a todas estas preguntas es un rotundo NO.

En este post explico de forma crítica mi punto de vista sobre el uso de PowerPoint en el aula universitaria y cómo sacarle partido sin reducir las capacidades del alumnado.

PowerPoint no convierte a profes en superhéroes ni a estudiantes en bobos [Imagen: Pixabay]

3 ventajas del uso de PowerPoint en la Universidad

1. Hace visualmente atractivo el contenido

Esta cualidad es muy importante en el mundo de hoy. A los jóvenes criados con Internet todo les entra por los ojos. No agrede a la vista y ayuda a envolver mejor el contenido a exponer. Porque, seamos sinceros: todos nos aburrimos si pasamos 60 minutos mirando a una pared o a la cara de una persona. La atención no es eterna, hay que aprovecharla.

2. Es dinámico y versátil

Ofrece cantidad de presentaciones y combinaciones. Incluso se puede personalizar con diseños corporativos y permite adaptar cambios rápidamente. ¿Te sobra una diapo? Bórrala. ¿Se te ha ocurrido algo nuevo en medio de la clase y necesitas un enlace a internet? Inserta un hipervínculo. Resulta más cómodo que llevar dos docenas de folios escritos o material disperso que se puede traspapelar.

3. Es intuitivo

Cualquier persona con mínimos conocimientos de ofimática puede hacer una presentación. Otra cosa es la calidad visual o la capacidad de captar la atención, pero eso se puede entrenar. Expresar ideas-fuerza de manera rápida y sencilla es un plus, sobre todo cuando se quiere familiarizar al alumnado con un tema novedoso para ellos.

5 razones por las que PowerPoint se usa MAL en la Universidad

1. Contenidos desactualizados

Da igual el traje que te pongas si no te has duchado: olerá mal. Eso también pasa con muchos PowerPoint más rancios que el pan enmohecido: se nota a leguas que son del Pleistoceno y no se han tocado desde entonces. Preparar buen material con referencias actuales es la premisa básica. Retocarlo cada año debería ser obligado. Y a partir de ahí, trabajar todo lo demás, que es variable y no depende (solo) del profesor. La calidad del contenido sí y suele ser lo que más se olvida. Ninguna presentación hace bueno a un profesor pésimo.

2. Infantilización del alumno

Todo estudiante de enseñanza superior va a clase de forma voluntaria y está en ella para aprender. Que el Plan Bolonia haya introducido dinámicas perniciosas para su madurez como la asistencia obligatoria, no implica que deba ser tratado como infante sin responsabilidades. Huir de florituras y adornos ayudará a centrarse en el contenido: hechos, relaciones, significados, ciclos, problemas. El contenido debe ser significativo para el nivel al que se dirige y didáctico en su presentación. Nada más.

3. Bombardeo de texto

Querer ponerlo todo es el principal riesgo que corren tanto estudiantes de TFG como profesores sin ideas propias. [Puedes leer aquí: 3 errores a evitar en el PowerPoint del TFG]. El uso de apoyo audiovisual nunca debe ser la excusa para ofrecer una clase magistral por escrito. La voz es un arma de educación masiva: el profesor está obligado a usarla para ampliar, matizar y explicar lo que ha de VERSE (y no leerse) en la pantalla. Hace unos años, durante una clase se me estropeó el proyector a falta de 15 minutos. Algún estudiante ya pretendía irse. Les dije: «Seguimos, tengo la clase en la cabeza y nos falta poco. Dos cositas importantes y terminamos». A más de uno se le salieron los ojos de las órbitas al ver que reenganchaba el discurso sin tartamudear. Si se prepara bien la clase, PowerPoint solo será un bastón que podemos elegir usar o dejar aparcado a conveniencia sin que se produzca un cataclismo.

4. Ideas sueltas usadas como apuntes

El mal de todos los males universitarios, que ha convertido las aulas en remedos sofisticados de un Bachillerato extendido. Es momento de decirlo claramente: las diapositivas de PowerPoint no son apuntes de clase. Dejar que el estudiantado crea que puede aprobar reproduciendo ideas inconexas empobrece su discurso y su capacidad de razonamiento (tanto en Ciencias como en Letras). Desde el primer día ha de hacérseles comprender que lo que van a ver es una guía, pero necesitarán leer, buscar información, anotar, resumir y acceder a otros recursos con los cuales fabricarse material de estudio. Educar también es orientar, infundir responsabilidad a los estudiantes desde la curiosidad y no desde la pasividad.

5. No se transmite nada concluyente

Muchos profesores se conforman con escucharse a sí mismos, como si eso transmitiera mágicamente el conocimiento a las jóvenes mentes de sus oyentes. Siempre termino mis clases con una diapositiva en blanco en la que solo he escrito: Hoy hemos aprendido… A partir de ahí, que hablen ellos. Los resultados suelen ser positivos y esperanzadores. ¿Por qué? Porque siempre hay que asegurar la llegada del mensaje didáctico que encierra cada clase y usar la retroalimentación recibida. Vale más una idea bien asentada que diez confusas. Las conclusiones deben ser concluyentes y abiertas a ser enriquecidas por el estudiantado, no meras repeticiones de lo ya dicho.

Conclusión: PowerPoint es un medio, no un fin

Entiendo que haya profes que estén en contra del uso de medios audiovisuales en el aula, pero oponerse a un programa informático es como pretender volver a usar el arado de vertedera o a dormir en cuevas. PowerPoint, Prezi, Canva y otros medios de este tipo están ahí para ser usados con criterio. Y ese criterio es del personal docente, que debe haber reflexionado antes sobre qué quiere enseñar, con qué finalidad y cuál es el objetivo didáctico a alcanzar con lo enseñado. Mucho me temo que algunas vacas sagradas de la profesión se creen exentas de tal esfuerzo porque llevan muchos años en subidos a la tarima. Para mí, el razonamiento debe ser su contrario. Cuanto más honda sea la brecha de edad que separa a docente y discentes, más preguntas debe hacerse el primero sobre la mejor manera de conectar con los segundos ¿O es que le estamos echando la culpa a PowerPoint de un mal que parasita la enseñanza en las universidad presencial tradicional en España?

Hay mucho que debatir y (re)pensar en la universidad, lo cual excede el cometido de este post. [Puedes leer aquí: 3 enseñanzas de la COVID-19 que la universidad pública debe metabolizar para sobrevivir]. Pero dos cosas son seguras: PowerPoint puede usarse sin aburrir a quien escucha y Docendo Discitur está a tu disposición para ayudarte. ¡Consúltame!

ARTÍCULOS CITADOS: Contra el PowerPoint como vía de conocimiento [El País, 13/02/2024] La prosa anémica de las presentaciones de PowerPoint [El País, 14/10/2022]