Vuelvo una y otra vez al tema de la defensa oral porque sin duda, genera interés (y sinsabores). Ya hemos visto qué hacer y qué no durante la defensa, cómo captar la atención, cómo seducir al público, cómo contestar al tribunal e incluso qué posibles preguntas pueden hacernos. El tema es infinito.
Insomnio, palpitaciones, boca seca, sudoración de manos y miedo a quedarse en blanco son sensaciones que cualquier estudiante ha experimentado antes de exponer. Incluso angustia, como una especie de tortura que conviene pasar cuanto antes. No tiene por qué ser así. Y tampoco es necesario ser un as de la oratoria o tener unas condiciones especiales para hablar en público. Muchas personas que me escuchan en mis talleres y charlas sin un papel delante me repiten: «Tú lo haces genial porque eres profesora, a mí no me sale». Verdad a medias. Yo solo tengo más experiencia, es decir, aprendizaje acumulado.
Este post quiere demostrarlo ofreciendo tácticas concretas y aplicables para vencer el miedo e incluso disfrutar. Además: comunicar correctamente siempre suma. Lo que voy a explicar aquí no sirve solo para el TFG o TFM, sino para la vida. Allá vamos.

1. Haz listas de palabras y mensajes clave
El principal aliado de la duda es el desconocimiento. Cuanto mejor sepas qué es lo que tienes que comunicar, más difícil será que te trabes. El vocabulario y los sinónimos son fundamentales para no hacer pausas indebidas al quedarte sin recursos. Prepara listas de palabras importantes y 4 o 5 ideas clave que te interese reforzar (por ejemplo: La música ayuda a mejorar la psicomotricidad infantil; El aprendizaje temprano de idiomas potencia la plasticidad cerebral; Los trastornos mentales tienen un componente prevenible). Lo que vas a decir en la defensa no puede ser una copia reducida de lo que has escrito en el TFG porque son lenguajes diferentes. Entender esto te dará libertad y adaptabilidad al tiempo disponible. En definitiva, herramientas para el éxito.
2. Obsérvate y escúchate
Nadie va a juzgarte por lo que digas porque cualquiera podría estar en tu situación. La gente adora las buenas historias, así que construye una y regálasela. ¿Cómo? Sabiendo de antemano qué es lo que tu público está viendo mientras te escucha. Anota varios mensajes clave en una tarjeta y colócate frente a un espejo. Antes de empezar, observa tu rostro y analiza qué es lo que más destaca en él. Luego enuncia las frases y observa: ¿frunces demasiado el ceño? ¿sonríes lo suficiente? ¿arqueas las cejas? Presta atención a tu propia voz: ¿es aguda o grave? ¿despejada o nasalizada? ¿a qué volumen sueles hablar? (también sirve escuchar tus propias notas de voz de WhatsApp). Descubrirás información muy valiosa. Cuando hayas realizado este ejercicio varias veces, prueba con la exposición completa durante 10 o 12 minutos corrigiendo lo que corresponda. La expresividad facial va unida al mensaje verbal. Conocerla te proporcionará seguridad para dar énfasis o a minimizar las debilidades de tu TFG o TFM.
3. Aprende a vocalizar
De niña estudié en un colegio religioso, donde me enseñaron a declamar poesía, solfeo y canto. Durante años me parecieron saberes inútiles hasta que en los exámenes orales de la facultad comprendí lo importante que es vocalizar. [Frank Sinatra sería un buen maestro de dicción]. Creemos que sabemos porque hemos aprobado Lengua Española pero la realidad es que nadie nos enseña a hablar con claridad. Siguiendo con el ejercicio anterior, un buen calentamiento es pronunciar en voz alta las cinco vocales de manera exagerada: primero abriendo mucho la boca y luego con ella casi cerrada. Observa tus movimientos en el espejo y cómo se activa la musculatura de tu cara. Relaja el cuello y las mandíbulas. A continuación, enuncia frases con lentitud extrema, observando los movimientos de tus labios y respirando sin agobiarte. Luego ve aumentando la velocidad hasta obtener un tono limpio, terminando todas las palabras y haciendo pausas. ¿Notas la diferencia? Al no atropellarte ganarás claridad mental y tu público se quedará pegado a la butaca.
4. Practica hasta encontrar tu ritmo
Cuando tengas claros los mensajes, domines la expresividad gestual y controles tu voz, será el momento de ensayar con público. Busca un lugar cómodo e imagina que vas a conversar tomando una cerveza. Reúne a varias personas de tu confianza y pídeles que te escuchen hablar informalmente de tu TFG durante diez minutos (sin PowerPoint; sólo tú y tu genialidad al estilo Steve Jobs). Luego dales otros cinco para que te hagan preguntas sencillas sobre el contenido (para afianzar el tema). Una vez finalizado el ensayo, pregúntales:
- ¿Han entendido las ideas clave y las conclusiones? (haz que te las digan con sus propias palabras).
- ¿Se han aburrido en algún momento? (si es así, que te indiquen cuándo).
- ¿Has hablado deprisa, lento, alto, bajo? (que te den ejemplos de palabras dudosas o no comprendidas).
- ¿Has dicho muletillas? (si es así, que te digan cuáles).
Toda esta información te permitirá mejorar al practicar en solitario. Conseguir el punto justo te llevará algún tiempo. No te obsesiones con la perfección, sino con hallar tu propia expresión y adaptarla lo mejor posible a tu discurso. ¡Y no te olvides de disfrutar!
Toda persona puede hablar en público sin sufrir. La clave está en entrenar y conocer bien el tema. Recuerda: en Docendo Discitur puedo elaborar el apoyo gráfico por ti y ayudarte a sacar tu mejor versión en la defensa de tu TFG, TFM o tesis.
Todo el contenido de este blog es original (salvo que se indique lo contrario) y está protegido por la Ley de Propiedad Intelectual. Por favor, cita su procedencia y URL cada vez que lo uses. Si das crédito adecuado a las fuentes, estás ayudando a mantener la red libre de plagio. Gracias.
5 comentarios en “Defensa TFG: cómo vencer el miedo a hablar en público”
Los comentarios están cerrados.