Publicación y redacción científica, TFG, TFM

Escribir el TFG: 3 trucos que funcionan

La capacidad de expresarse por escrito es propia de los humanos y nos ayuda a desarrollar habilidades cognitivas superiores. Pero, además de una explicación biológica, tiene múltiples aplicaciones que pueden convertirse en una tortura si no se han practicado lo suficiente. Mi alumnado me dice a menudo: «Tengo pánico a la hoja en blanco: ¿cómo consigo dejar de asustarme ante la idea de escribir el TFG?»

Hay que partir de una base muy clara: una cosa es escribir y otra redactar. Para lo primero basta con estar alfabetizado; lo segundo requiere tener claras las ideas, haber hecho un plan de investigación y disponer de la voluntad para exponer un argumento que conduzca a una conclusión. [Puedes entrar en materia leyendo: Consejos para redactar el TFG I y Consejos para redactar el TFG II]

Con todo, cualquier persona puede producir textos de calidad sin estrés ni necesidad de aspirar a ganar el Nobel de literatura. La clave es el entrenamiento: igual que sucede al cocinar o tener sexo, cuanto más lo hagas, mejor saldrá. El objetivo de este post es proporcionar estrategias para mejorar las habilidades de escritura y reducir la ansiedad a la hoja en blanco.

Redactar bien requiere lecturas, paciencia y práctica constante [Imagen: Unsplash]

1. Leer y resumir

Pido disculpas por adelantado a quien pueda molestar esta obviedad pero antes de escribir hay que leer. Y no me refiero a leer tal y como lo hacemos en el móvil (sin calma ni profundidad), sino con detenimiento. Hacer un buen TFG requiere dejarse impregnar por el contenido y metabolizarlo como si fuera alimento intelectual. Hacer resúmenes de los materiales leídos y ordenarlos por temas y autores es un magnífico entrenamiento. Crea subcarpetas y márcate pequeños retos: por ejemplo, resumir un paper en una carilla o carilla y media como máximo. Los comienzos nunca son fáciles pero cuando lleves media docena te parecerá que lo has estado haciendo toda la vida.

2. En corto y sin florituras

Redactar implica una disposición intelectual previa a exponer un conocimiento y llegar a alguna parte a través de él. Proceder de otra forma sería escritura automática, cuando no directamente grafomanía. Por eso, cuando se tiene poca experiencia es mejor dar pasos cortos e ir ampliando las miras con la práctica, igual que los niños y niñas al descubrir el mundo por primera vez. Optar por frases cortas ayuda a no perder el control del texto y agiliza el resultado, asegurando la coherencia casi sin esfuerzo en los primeros intentos. Para conseguirlo, ten en cuenta lo siguiente:

  • Adiós grandilocuencia. A todos nos encantaría escribir páginas magníficas pero eso solo está al alcance de unos pocos que se llaman Calderón, Quevedo, Cervantes, Tolstoi o Shakespeare. Márcate objetivos realistas y adecuados a lo que pretendes exponer. Ni más, ni menos.
  • Cuidado con las adversativas. Evita empezar un párrafo con Aunque, Pero o No (salvo excepciones como no obstante para matizar algo expresado antes). Ejemplo: Es importante resaltar que siempre suena mejor que No quisiéramos olvidarnos de resaltar que…
  • Gerundios, sin abusar. Las formas verbales en gerundio (explicando, desarrollando, concluyendo) dan rapidez al texto pero tienen un riesgo: encadenar varios en una frase-engendro frase que ocupa tres líneas. ¿Cuál es el problema si a ti te suena genial? Pues que no eres Cicerón y quien la lea morirá de asfixia antes de que su cerebro llegue a comprender el significado. Ejemplo: Suponiendo que el tratamiento experimental dé los resultados esperados, estaríamos concluyendo una mejora significativa implicando mayor peso neonatal finalizando el tratamiento… puede reducirse a: Con la aplicación del tratamiento experimental se espera una ganancia significativa de peso neonatal a su finalización. ¿Notas la diferencia? Toda frase que necesita varias lecturas para ser comprendida es una frase a mejorar.
  • Precisión, por favor. La redacción científica debe ir al grano, ser clara y concisa. Así se evitan ambigüedades y además, se ahorra espacio. Ejemplos: en el ámbito legal, los niños y niñas son menores, los esposos son cónyuges y las violaciones de la ley, delitos o faltas. En Ciencias de la Salud, un problema es una patología, y en Humanidades, una explicación que se atenga a unas nociones concretas es un marco de análisis. La precisión denota cuidado y conocimiento de la especialidad del TFG o TFM.

3. Volver, volver, volver (sobre lo escrito)

Una vez obtenido el borrador, es conveniente releerlo varias veces, dejando periodos de descanso entre lecturas. Siempre hay alguna errata que corregir, algún anacoluto sobrante, algún adverbio que suprimir o alguna perífrasis que arreglar. Los procedimientos de la escritura narrativa también sirven para un TFG o TFM: si ese novelista que te engancha a sus historias pule su texto hasta obtener la mejor versión antes de ponerla a la venta, tampoco tú debes conformarte con eso que has escrito de madrugada mientras bebías café y Monster. Por supuesto, sin pasarse. También la persona tutora puede comentarte su última lectura para captar detalles que tú no hayas visto (¡y malo si no lo hace!). Un último dato curioso que te arrancará una sonrisa: este post acumula 15 revisiones en el historial de edición 🙂

Redactar un TFG o TFM es una experiencia tan compleja como apasionante que te permitirá desarrollar tus habilidades, reflexionar con profundidad e incluso conocerte mejor. La práctica lo es todo. Recuerda que en Docendo Discitur puedo ayudarte. ¡Ánimo!