Vivimos rodeados de soluciones tecnológicas cada vez más avanzadas, pensadas en principio para facilitarnos la vida. La Inteligencia Artificial (en adelante en todo el post, IA) está pensada para imitar comportamientos humanos susceptibles de automatizarse. Campos como la domótica, los ordenadores de a bordo de los vehículos o los exoesqueletos que ayudan a personas con lesiones neurológicas graves, por ejemplo, ofrecen acceso a posibilidades impensables hace unos años.
El debate (ético, pero no solo), surge cuando la evolución del lenguaje comprensible para una máquina incorpora la posibilidad de aprender: ¿puede un artefacto programable comprender el lenguaje humano? Y, un paso más allá: ¿puede integrar los nuevos conocimientos y mejorarse a sí mismo, como un niño o niña que absorbe la información que le rodea? El tema es inagotable y ha vuelto a las primeras planas de los medios con la puesta en funcionamiento de ChatGPT-3, un robot desarrollado por la empresa OpenAI cuya particularidad es que puede entenderse con las personas usuarias mediante conversaciones en lenguaje natural. Contesta por escrito a preguntas sobre temas complejos, a priori de manera bastante completa y acertada, de modo tal que es difícil darse cuenta de que el texto no ha sido redactado por un ser humano. La polémica está servida: ¿cómo afecta esto al plagio y la honestidad académica en los TFG, TFM y otros trabajos universitarios? Eso es lo que vamos a desentrañar en este post: quiero desmontar mitos y ofrecer consejos para detectarlo. ¡Acompáñame!

1. ChatGPT: ¿ayuda o enemigo académico?
Algunas universidades ya han prohibido el uso de ChatGPT, pero los expertos desaconsejan generalizar los vetos. En principio, la idea de una IA que entienda el lenguaje natural no es mala en sí misma. De hecho, desde la empresa dicen que lo han diseñado con 175 millones de parámetros y grandes cantidades de texto, lo cual da una idea del nivel de afinación (un dato: OpenAI subcontrató a personal en Kenia para estas tareas, con sueldos indignos). Sin embargo, todo conjunto de algoritmos tiene sesgos y opacidades. Puede ser una ayuda, pero solo para aquellos contenidos que no tengan valor añadido, lo cual no lo hace aconsejable para un trabajo académico de cierto nivel. Aunque más adelante profundizaré en esta idea, quiero adelantarla ya: no existe ningún sistema de plagio indetectable.
2. ChatGPT y TFG: ¿es infalible?
Dada la velocidad del mundo en que vivimos, ya han trascendido casos de trabajos académicos utilizando ChatGPT (véase un caso en una universidad de EE.UU y otro en una universidad francesa). Está claro que el universo de los TFG, TFM y demás familia se ha visto revolucionado con la irrupción de este software, pero el hecho de que se conozcan lleva implícita una conclusión: se han detectado. El profesorado sabe que el alumnado actual es digital y conoce las distintas formas para escamotear sus deberes académicos. Además, hacer investigación supone por definición un trabajo intelectual propio para ofrecer conclusiones que nunca podrán ser suplidas por una máquina. Al final, la IA se alimenta de texto circulante en la red que ha sido elaborado por humanos, de forma que un docente experimentado sabe si ese nivel corresponde o no al que debería tener su estudiantado. Un TFG o TFM requiere de un seguimiento del tutor para valorar su evolución. Y cuidado, porque la propia empresa reconoce que puede dar respuestas incorrectas, usar lenguaje inapropiado e incluso presentar sesgos machistas o racistas Así que, lo siento pero no: ChatGPT no es infalible.
3. Así se puede detectar el uso de ChatGPT
Como todas las novedades me producen curiosidad, pedí a un amigo profe que utilizara ChatGPT para obtener un texto sobre un tema específico y lo analicé. El resultado me sorprendió por su coherencia y trabajada elaboración. No estaba nada mal para una IA, pero le faltaban citas, referencias y lenguaje inclusivo. Quisiera concluir este post con una serie de recomendaciones para detectar el uso de IA en un trabajo académico relativamente sencillas de aplicar.
Estrategia 1. Un TFG es vocabulario y redacción
Vigilar el tono de escritura es fundamental. En carreras muy concretas como las Ingenierías o las Ciencias Biomédicas, es difícil que una IA consiga la precisión exigida. Normalmente el alumnado de pregrado todavía no ha leído lo suficiente para escribir ensayos densos. Es normal y entra dentro de su proceso de aprendizaje. En la universidad, como en la vida, no es bueno quemar etapas. Toda creación humana tiene oscilaciones, defectillos que la hacen única. Si el texto presenta exceso de tecnicismos, va por delante de lo trabajado en clase; o por el contrario, resulta demasiado plano, alerta roja.
Estrategia 2. Un TFG siempre respira por sus fuentes
Si un TFG fuera un ser vivo, las fuentes serían sus pulmones. El apoyo bibliográfico tiene que inspirar todos los datos e ideas de un trabajo académico. Tal y como dije más arriba, los textos argumentativos que aportan valor añadido no pueden ser replicados por IA con la misma fiabilidad que un ser humano. Una IA no es más que suma de algoritmos, mientras que la mente humana es imprevisible, adaptable, no cabe en ningún molde. Si un texto no tiene fuentes, son poco fiables, repetitivas o no se puede contrastar su procedencia, hay que revisarlo a fondo.
Estrategia 3. Un TFG cabe en un ascensor: Elevator Speech
He dejado para el final lo más sencillo y a la vez lo más temido: pedir a la persona estudiante que resuma oralmente el tema y las conclusiones de su trabajo en un par de minutos. En el ámbito empresarial, las rondas de captación de financiación suelen establecer un filtro mediante el Elevator Speech: un discurso para explicar al potencial inversor por qué debería destinar dinero a un determinado proyecto de entre otros muchos. La condición es que ha de ser breve (tanto como para explicarlo durante un trayecto en ascensor). Quien no ha hecho un trabajo, no será capaz de defenderlo con soltura.
Recuerda: la tecnología es un apoyo, pero las decisiones críticas son cosa de humanos. Estar al filo de las tendencias es uno de los aprendizajes más apasionantes de ser divulgadora. En Docendo Discitur me encanta hacerlo para ti. ¡No dudes en consultarme si deseas mejorar la calidad de tus textos académicos!
PARA SABER MÁS: El robot de conversación de OpenAI contesta a temas complejos pero no puede explicar en qué basa sus respuestas [Entrevista en El Diario, 03/12/2022]. La IA aprueba por los pelos el examen de Historia de Selectividad [Reportaje en El País, 22/01/2023].