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Máster de Profesorado: su lado oscuro

Tenía otra entrada programada para este mes de agosto. Pero, inopinadamente, surgió una serpiente de verano que me vi obligada a aprovechar: el Máster de Profesorado de ESO y Bachillerato. Todo surgió a raíz de un artículo El País en el que una madre, profesora de enseñanza pública, se quejaba de la escasez de plazas para cursar este Máster, lo cual obliga a muchos estudiantes (entre ellos su hijo, graduado en Ciencias de la Actividad Física) a pagar matrículas estratosféricas en universidades privadas. El reportaje denuncia una realidad, pero creo que el enfoque no es del todo correcto. La pregunta debería ser: ¿cuándo el Máster de Profesorado se ha convertido en un negocio? Por eso, dada la experiencia que tengo corrigiendo este tipo de TFM, me atrevo a hablar sobre el lado oscuro del Máster de Profesorado, cuyo acceso al título no te garantiza ser un buen profesor.

Ya he hablado aquí sobre lo importante que es la formación inicial de los profesores, por lo tanto, espero no repetirme. La intención de este post es explicar qué pretende este Máster, cómo se accede a él y por qué hay más demanda que plazas públicas. Todo. con el objetivo de que las personas lectoras sepan cuál es el interés de las universidades privadas en ofrecer lo que, aparentemente no da la pública. Al final de este post, ofrezco mi visión del problema y 3 posibles orientaciones para solucionarlo.

La mercantilización del Máster de Profesorado representa a un sistema que no forma bien a sus futuros docentes. [Imagen: Pixabay]

¿Qué es el Máster de Profesorado?

Es una formación de posgrado habilitante y obligatoria para ejercer la docencia. Toda persona que quiera ser docente de ESO, Bachillerato o Escuelas Oficiales de Idiomas debe cursarlo, además de los estudios específicos de su disciplina. Dura un año académico y tiene 60 créditos ECTS (unas 1.500 horas de trabajo del alumnado). Sin analizar en detalle los contenidos, diré que es una formación necesaria, pero está lejos de ser la adecuada. Saber mucho de organización escolar o didáctica no convierte a nadie en buen docente, porque enseñar (recalco: enseñar, no instruir) moviliza una serie de aptitudes psico-emocionales (empatía, resiliencia, madurez, capacidad de adaptación, resistencia al estrés, habilidades para manejar posibles secuestros de aula) que en España no se evalúan. Un ejemplo para entenderlo: ¿saberse la teoría gramatical de un idioma otorga habilidades para mantener una conversación fluida?. Aquí está la primera sombra: el Máster se ha convertido en un requisito administrativo más, paso definitivo hacia el lado oscuro.

¿Cómo se accede al Máster de Profesorado?

Cualquier persona egresada en cualquier grado (salvo Magisterio o Psicopedagogía) puede solicitar cursarlo para dar clase de su especialidad en institutos a alumnado de entre 12 y 18 años, e incluso de más edad para Formación Profesional y Escuelas Oficiales de Idiomas. Años atrás, cuando esta formación se hacía mediante el Certificado de Aptitud Pedagógica (CAP), éramos muy pocos quienes lo cursábamos: historiadores, filólogos y algunos otros desheredados de la Tierra como graduados en Arte Dramático o Bellas Artes. Sin embargo, la demanda se ha multiplicado hacia sectores que tradicionalmente no tenían la docencia como salida principal (caso de las ingenierías). Esto ha provocado que las universidades públicas prioricen la adjudicación de plazas en función de la nota media: solo entran los mejores expedientes. Pero ojo: la decisión viene dada por la escasez de formadores para la demanda existente. Hay tanta, que ni convocando más plazas para enseñar a los futuros profesores se podría atender. Cribar por nota es indispensable. Muchos ven esta opción como salida de último recurso y se quedan fuera porque sus notas son medianas o bajas. Segunda sombra: en mi experiencia de 20 años como profesora y 11 como consultora, más de la mitad de los estudiantes que lo cursan no tiene vocación docente y solo ansía ser personal funcionario.

¿Cuánto cuesta el Máster de Profesorado?

De modo orientativo y con tarifas de 2023, cursar el Máster de Profesorado en una universidad pública puede costar entre 850 y 1.200 euros. En una universidad privada, el precio no baja de los 3.000 y puede dispararse hasta los 6.000 euros. ¿Por qué esta disparidad? Dos palabras: beneficio empresarial. Hay un nicho de mercado y las privadas lo explotan: no piden nota media, quien paga manda. Poco importa la originalidad de las propuestas en los TFM (he visto unos cuantos que no pasarían una encerrona de oposición) o la calidad de los formadores, dado que muchas universidades privadas ni siquiera tienen campus físicos. Haciendo una media de 4.500 euros por cada estudiante que cada año se queda fuera del sistema público, las cuentas salen claritas. El margen de beneficio es altísimo y estas empresas educativas solo van a por su parte del pastel.

Máster de Profesorado: ¿necesidad o negocio?

Creo que estos datos son suficientes para entender cómo está organizada la formación inicial del profesorado en España y el cuello de botella al que se la ha abocado. El Máster de Profesorado es un requisito indispensable, pero no convierte a personas graduadas en Biología, Arquitectura o Historia en (buenos) profesores. Conocer la organización de un centro o la legislación sobre currículo es importante, pero a enseñar se aprende en el aula, ante mil situaciones posibles, manteniéndose alerta ante las novedades, probando metodologías nuevas, empatizando con el alumnado y con el mundo que le toca vivir. Hay que pensar que cada curso es distinto y los estudiantes también lo son, aunque tengan siempre la misma edad. Además, no todas las personas tienen aptitudes para enseñar, algo que suele ocultarse. Resulta doloroso y poco educado, pero a lo mejor parte del problema está en el individuo: si su carácter no le permite desarrollarse como profesor, es mejor para su potencial alumnado que se dedique a otra cosa. Acceder a la profesión no debería ser un negocio del que se lucran unos cuantos jugando con ilusiones ajenas. Ser docente es como ser médico: las relaciones profesor-alumno y médico-paciente tienen características antropológicas propias que hay que conocer y practicar desde la vocación, no desde el funcionariado. ¿Idealismo? Para nada. Yo lo llamaría pragmatismo: el médico y el profesor tienen altísimo impacto en la vida de las personas.

3 propuestas para mejorar la formación de los futuros docentes

Hace tiempo que le vengo dando vueltas a este asunto. El reportaje que motiva este post solo ha sido el acicate para poner mis reflexiones por escrito: ¿cómo mejorar la formación de los docentes y evitar que el Máster de Profesorado se convierta en un papelito que se consigue pagando? Aquí va mi intento.

1. Ir a la raíz: formar pronto y bien

Crear dos itinerarios separados en el último año de todas las carreras: profesional y docente e investigador. Así, cada estudiante puede elegir el que más se ajuste a lo que desea hacer. Si a todos se les obliga a hacer un TFG aunque no vayan a investigar jamás, ¿por qué no se les permite prepararse para la docencia con asignaturas de didáctica de su especialidad si quieren tomar ese camino? Sería sencillo de implementar, lógico y racional.

2. Valorar el perfil psico-emocional

En España, hay que superar una prueba de aptitud para conducir un coche o tener un arma, pero no para responsabilizarse de un aula. Incluir tests psicológicos y una entrevista personal, tal y como sucede por ejemplo en Finlandia, ayudaría a medir la madurez y aptitud psíquica de la persona candidata. Por supuesto, no se trataría de una prueba para aprobar o suspender, sino para descubrir perfiles incompatibles con la tarea de enseñar. Todos los candidatos que no alcancen un determinado umbral de puntos, quedarían descartados, aunque podrían habilitarse para el itinerario profesional. Así se filtran vocaciones y se mejora el arsenal de habilidades blandas que deben entrenar los docentes. Detectar casos de bullying, abuso, tendencias suicidas u otras problemáticas no educativas en adolescentes también pasa por profesores capacitados y emocionalmente fuertes.

3. Menos teoría, más aula

Crear una prueba de aula unificada a nivel estatal a la que podría presentarse alumnado de universidades públicas y privadas, con el objetivo de comprobar que sus conocimientos están actualizados y responden a unos mínimos estándares de calidad. A diferencia de la encerrona, donde la persona opositora expone para otros profesores, yo propongo una prueba práctica. La persona candidata prepara una unidad didáctica e imparte una clase de 45 minutos a alumnado real, mientras es puntuado de acuerdo a una rúbrica por una persona examinadora con un mínimo de 10 años de experiencia docente que solo observará, sin interferir (incluso podría hacerse en un aula especial con un falso espejo que permita ver sin ser visto). Puede objetarse que evaluar el desempeño resulta complicado por diversos sesgos, pero si la rúbrica está bien hecha con asesoramiento de psicólogos educativos, sería un magnífico indicador de la aptitud de la persona candidata, independientemente de cuánto haya pagado por su matrícula.

En Docendo Discitur estamos siempre pendientes de la más rabiosa actualidad y contextualizamos los asuntos para ti, por polémicos que sean. ¡Feliz verano!

FUENTE: Aspirantes a profesor abocados a pagar más de 6.000 euros por el máster: “Soy docente en la pública, jamás pensé que mi hijo tendría que ir a la privada”. El País, 08/08/2023.