Cantaba Sabina en Peces de ciudad que «al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver». Pero, en este caso, no puedo compartir esta afirmación. Siempre es un orgullo que te inviten a volver a casa. A tu casa. Al lugar donde todo empezó. Eso fue lo que hice el pasado 29 de abril, acercando a alumnado de ESO del IES nº1 de O Carballiño mis experiencias, mi profesión y mi libro 39 escalones con vistas al mar (disponible en Amazon y en librerías)
Como exalumna del centro, no tengo más que gratos recuerdos y buenas palabras para todo el profesorado. Yo fui la primera estudiante con discapacidad de mi comarca en realizar el Bachillerato y las pruebas de acceso a la universidad. Mi caso motivó la instalación de un ascensor y otras mejoras de accesibilidad que ahora disfruta toda la comunidad educativa. La misma que siempre me apoyó e hizo que me sintiera integrada, cuando todavía la escuela inclusiva estaba en pañales, tanto en Galicia como en España. Sin esa fase de mi vida, fundamental para acceder a la formación superior, yo no podría disfrutar de la vida que hoy tengo. Por eso, mi paso por el IES nº1 ha sido un pilar fundamental para mí, el basamento sobre el que he ido depositando mis conquistas personales y profesionales.

Mercedes Taboada, docente jubilada de Lengua y Literatura, hizo la presentación junto al actual director, José Troitiño. La charla discurrió muy animada, llena de risas y anécdotas. También hablamos de cómo tratar a un compañero/a de clase que tenga discapacidad y cómo favorecer que se sienta integrado/a en las actividades de ocio, formando parte de una pandilla en pie de igualdad. A mi joven auditorio le interesó sobre todo mi relación con otros compañeros/as, y si me sentí alguna vez discriminada por mi discapacidad. Nada más lejos de al realidad. Yo soy quien soy gracias a mi familia, a la enseñanza pública y a mis amistades. Ellos me han permitido compartir sus vidas, vivir las mismas experiencias que cualquier otra persona de mi edad y tener, en definitiva, una vida plena.
Quisiera dar las gracias a la actual dirección del centro por proponerme esta actividad y a todos mis antiguos profesores por seguir ahí, cerca de mí. Hoy, además de compañeros, puedo considerarles también amigos. Max Aub decía que «uno es de donde hace el Bachillerato». No puede ser más cierto. Porque, para mí, mi antiguo instituto es y será siempre mi casa.
A todos los que habéis hecho posible esa jornada maravillosa: ¡Gracias!