Actualidad, Plagio

«Caso Corchado»: autocitas, ego, fraude

Juan Manuel Corchado (Salamanca, 1971) era, hasta hace pocos días, un Catedrático de Ciencia de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Salamanca. Su nombre saltó por primera vez a a los medios en marzo de este año, cuando El País destapó que su currículo estaba lleno de citas a sí mismo. Desde luego, no es el primero que lo hace. Pero su notoriedad lo ha puesto en el disparadero al ganar las elecciones a rector de la USAL el pasado 7 de mayo.

El periplo que sentó a Corchado en el sillón rectoral ha sido, cuanto menos, peculiar. Su predecesor renunció a su cargo cuando le restaban dos años de mandato y la persona que le sustituyó en interinidad, renunció al mes. El candidato Corchado concurrió a las elecciones sin contrincante, obtuvo el 61% de los votos y muchas papeletas en blanco. ¿Qué sucede cuando las prácticas científicas del rector de una de las universidades más prestigiosas de España están en entredicho? ¿Está justificado este revuelo? Intentaré responder en este post, aportando información sobre las autocitas, el autoplagio, las citas infladas en Google Académico y prácticas para hinchar el ego investigador que pueden esconder formas de fraude académico.

La autocita no es una cuestión de ego; suele esconder un fraude. [Imagen: Pixabay]

¿Qué es una autocita?

La autocita o cita a uno mismo, es un tipo de cita bibliográfica en la cual un autor o autora cita materiales relevantes de su propia autoría. Suele darse lícitamente en personas que han investigado durante muchos años un mismo tema, destacando por sus aportaciones a su campo. Si alguien es considerado un experto, se entiende que sus publicaciones son fiables. Es habitual que las incluya en las cosas nuevas o revisiones que vaya publicando.

¿Por qué Corchado levanta sospechas?

Según el artículo mencionado más arriba y cuya referencia doy al final de este post, Corchado tiene más de 45.000 menciones en Google Académico. Esto, en principio, no debería sonar extraño: si se consulta su ficha de investigador en la USAL, su currículo es apabullante. Lo que llama la atención es que la inmensa mayoría de esas menciones las hace él. Es decir: no son otros colegas los que encuentran aportaciones de valor en lo que ha escrito, si no que se usa a sí mismo como fuente de referencia. O es un prodigio de la naturaleza o tiene necesidad de recordarse lo inteligente que es… o de engañar al algoritmo de Google Académico (spoiler: hacer esto es fraude).

Entonces, ¿autocitarse está mal?

No en sentido estricto. El problema de los artículos de Corchado es que puede llegar a escribir, y cito a M. Ansede textualmente: «cuatro párrafos insustanciales e incluye un centenar de citas a sus trabajos anteriores, que nada tienen que ver [con el tema a tratar]: estudios sobre vertidos de petróleo, turismo, pronósticos financieros e incluso los niveles de dióxido de carbono en el océano». ¿Lo adivináis? Exacto: utiliza sus papers para citarse aunque no venga a cuento y ganar relevancia. Siendo España un país propenso a valorar la calidad investigadora por volumen antes que por hallazgos, casos como el de Corchado probablemente abunden. [Puedes leer aquí: Arabia Saudí paga a científicos españoles para hacer trampas en el ‘ranking’ de las mejores universidades del mundo] La autocita no es perniciosa en sí misma, pero llenar un escrito de fuentes propias para simular calidad, sí.

Inflar vs. citar: he ahí la cuestión

Citarse con mesura está admitido. Pero incluso aunque las citas sean oportunas, un exceso de autocitas se considera mala praxis y hace flojear las fuentes en las que se basa cualquier investigación (no está bien ignorar a otros que tal vez tengan algo interesante que decir). Google Académico necesita validar las fuentes citadas en algún índice reconocido. Las fuentes deben estar citadas a su vez, por lo que citarse unos a otros o a uno mismo es una sencilla treta para obtener visibilidad en la web. Ya hay quien ha denunciado los llamados cárteles de citación: tramas de citas pagadas para hacer subir determinados nombres y sobre los que hablaré en otros post.

No seré yo la que juzgue a nadie, pues no tengo esa potestad. Pero desde luego, rechina la obsesión de algunos rectores con simular ser quienes no son. [Puedes leer aquí: ¿Recompensa a plagiadores en la URJC?]. El caso Corchado debería servir para reflexionar cómo medimos los logros investigadores y si acumularlos convierte a alguien en modelo de ética o en buen profesor. ¿Ha llegado el momento de separar la carrera docente de la investigadora? Yo tengo claro que sería beneficioso para la universidad, pero sé que no va a ocurrir. Mientras el currículo sea una montaña de papeles a la que encaramarse para ascender, mal vamos. Quien sufre las consecuencias de este proceder es siempre el alumnado. Justo quien debería ser el centro de ese universo llamado universidad pública. Y qué pena da.

En Docendo Discitur pulsamos la actualidad para que no te pierdas nada que te interese. La ética científica también importa. ¡Consúltame!

FUENTES:

ACTUALIZACIÓN: El Comité Español de Ética de la Investigación pide a la universidad que actúe ante la gravedad de las prácticas. El País, 12/06/2024.