Oposiciones, Primer empleo

Oposiciones a bibliotecas: 5 mitos (desmontados)

Vuelvo a aprovechar el verano para un tema que va camino del estrellato en este blog: las oposiciones a bibliotecas. Cada mes, recibo decenas de consultas de personas que se están planteando opositar y no se atreven a dar el paso. Hoy voy a ocuparme de algo que irrita a la mayoría de los que alguna vez nos hemos dedicado al sector: las creencias falsas sobre las oposiciones y las tareas relativas a bibliotecas.

«Te lees todos los libros antes de prestarlos, ¿no?», «Tienes que aburrirte un montón aquí», «¿Cuántas veces mandas callar al día?» «Para colocar libros vale cualquiera», «¿De verdad hay que estudiar para hacer esto?». Mientras ejercí como bibliotecaria era habitual escuchar en tono jocoso las frases que he escrito en cursiva. Si hiciera una encuesta entre excolegas, podría añadir una veintena más. La profesión bibliotecaria es desconocida y poco apoyada desde las administraciones públicas. Por ello, está rodeada de medias verdades y leyendas urbanas que se extienden a la oposición. Sigue leyendo para desmontar 5 mitos sobre las oposiciones y el trabajo de las bibliotecas.

Los estereotipos no te ayudarán a aprobar la oposición. ¡Pasa de ellos! [Imagen: Pixabay]

1. La oposición a bibliotecas es ideal para indecisos

Este es un mito muy extendido: si cualquier persona puede matricularse, entonces es facilísima. Presentarse por si suena la flauta es un error. Que no tenga requisitos de titulación (un despropósito legal heredado de la época en la que no existía la Biblioteconomía como disciplina universitaria), no implica que no se necesiten conocimientos para aprobarla. El trabajo bibliotecario implica un nivel cultural medio/alto y conocimientos específicos sobre catalogación, sistemas de gestión, informática documental, metadatos, software libre y propietario, Historia, instituciones culturales, arquitectura, riesgos, legislación, derechos de autor y procesos técnicos, entre otras materias. Es una oposición enciclopédica, transversal y en constante innovación.

2. La oposición a bibliotecas es ideal si te gusta leer

Si todo el mundo asume que la belleza física no asegura el éxito para ligar, ¿por qué cree que leer equivale a ser un buen bibliotecari@? Ya he comentado en otro post que saber de libros no basta para tener éxito en oposiciones a bibliotecas. Un bibliotecario es un gestor antes que un erudito. Debe emplear conocimientos técnicos, conocer la industria del libro, seleccionarlos, comprarlos y catalogarlos, tratándolos como bienes o activos de la biblioteca. No conozco a ningún bibliotecario que lea en su biblioteca. En principio porque no puede y sobre todo ¡porque no tiene tiempo!

3. La oposición a bibliotecas es para personas tímidas, introvertidas o asociales

El estereotipo bibliotecario más aceptado es el de una mujer de mediana edad vestida de oscuro con moño, gafas y el índice adherido a los labios en perpetuo gesto de silencio (o sea, un bicho). En España, el puesto estuvo reservado históricamente a maestras, monjas, ayudantes de sacerdotes u otras mujeres a las que la vida había dejado ‘para vestir santos’, según el refrán popular. Afortunadamente, los tiempos han cambiado. La biblioteca actual es un centro integrado de recursos donde la dedicación al usuario, la presencia en redes sociales, la reputación online o la organización de actividades diversas forman parte del quehacer diario. Poseer habilidades relacionadas con la creatividad, la resolución de conflictos, la empatía, la comunicación interpersonal y la docencia resulta tan imprescindible como saber qué es un tejuelo, un ISBN o una signatura.

4. Ser bibliotecario es un chollo: ¡solo hay que ordenar libros!

El significado etimológico (del griego biblion= libro +theka =caja, estante) ha impregnado el sentido de la palabra. Como en tantos otros aspectos, la automatización, la digitalización y la extensión de las bibliotecas públicas ha llevado a las baldas muchas otras cosas: música, juegos de mesa, videojuegos, películas, publicaciones seriadas, cedés, materiales tridimensionales para prelectores. Estos materiales tienen estándares de catalogación específicos y normas para su conservación. Las bibliotecas contemporáneas son universos híbridos.

5. Nadie necesita bibliotecas: ¡todo está en Internet!

He dejado para el final el mito que más cabrea a la profesión. Lo desmontaré con una frase de Neil Gaiman: «Google puede devolverte 100.000 respuestas, un bibliotecario puede devolverte la correcta». La profesión es hoy más insustituible que nunca, sobre todo ante las amenazas que supone la IA para la fiabilidad de la información (¿sabías que incluso los universitarios admiten haber creído bulos?). El bibliotecari@ actual es un intermediario de calidad entre el usuario, sus necesidades y el océano de información disponible. En pleno siglo XXI se sigue confundiendo contenido con soporte e incluso se cree que Google es una base de datos: dos mentiras muy repetidas que han ayudado a extender la creencia de que Internet ha matado a las bibliotecas. Olvida profecías y eslóganes baratos. Resulta que las bibliotecas no son almacenes, sino lugares vivos donde se atesora la cultura que nos ha sido legada durante siglos, enriquecida con las aportaciones de la era tecnológica. Yo misma subo la apuesta de Gaiman y en uno de mis artículos argumento Por qué las bibliotecas siempre ganarán a Google.

El trabajo bibliotecario convive con mitos que lo desprestigian casi desde la cuna de la Humanidad. Si quieres opositar a bibliotecas y acertar, pasa de estereotipos e infórmate bien. ¡En Docendo Discitur estamos para ayudarte!

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